viernes, 17 de febrero de 2012

Al traste

Siento que no hay sentir. Es como si el mundo se hubiese dejado, como si nada importara a nadie. Como si no hubiese humanidad. Quizá el problema es que tengo un concepto diferente sobre humanidad que no encuentro en el mundo sensible. Es un momento en el que no sé cómo actuar, en el que no comprendo, en el que no sé qué se debe hacer, qué es lo mejor. Estoy cansada. Estoy cansada ya. Y me empieza a dar igual todo, y realmente creo que lo peor es que en realidad se trata de hacer lo correcto. No voy a fingir. No siento nada, porque los demás tampoco lo sienten. Es vacío emocional. ¿Es que acaso se puede soportar eso? Yo no. Y creo que precisamente eso me hace más humana, por lo cual, ¿es que hay acaso algo de lo que me tenga que arrepentir? No. He hecho lo correcto. ¿Qué tengo yo que dar...? ¿Qué me dan los demás? A veces intento dar pero no produce reacción ninguna. No exijo devolución igualitaria, sólo exijo una maldita respuesta. Una respuesta humana. De esas que ni se ven, ni se oyen, ni se tocan, ni se huelen, ni se saborean. Se sienten. Sentir. A veces parece algo tan obvio, pero luego en la vida real no lo encuentro, no sé dónde lo esconden las personas. Hoy no voy a finjir. Soy yo, la incomprensión.